El día amaneció despejado para nuestra séptima vendimia, la más temprana, lo que nos permitió seleccionar con calma la uva en la viña, descartando las bayas que no habían madurado.
Los chavales van creciendo y cada vez ayudan más, por lo que albergamos esperanzas de que algún día tomen las riendas ellos.
Hubo buen ambiente, ganas de vernos y el obligado almuerzo de campo para reponer fuerzas.
La uva, más escasa que el año pasado, tenía una maduración y un grado de alcohol probable adecuados a nuestro estilo, por lo que habrá que trabajar con calma en la bodega para extraer de ella un caldo gustoso y bien rematado.