Las nieves se retiran del Moncayo, las temperaturas suben y la viña comienza a moverse. La savia que circula por las cepas brota por los cortes de la poda en forma de lágrimas poniendo fin al reposo invernal de la planta. La vid llora al volver a respirar a través de sus raíces como un niño recién venido al mundo.
En bodega hemos abierto el respiradero del caño para que la primavera se vaya notando también dentro, y de pie a que la fermentación maloláctica arranque en nuestras barricas.