10 DE FEBRERO, 2016_CONFUSIONES, LECCIONES, ANÁLISIS Y RESULTADOS

Teníamos previsto trasegar la barrica de roble americano en la que detectamos problemas, pero justo antes de ponernos a ello probamos de nuevo el vino para ver si se habían acentuado los defectos. Curiosidad más que nada. Y nos volvimos a sorprender: el olor desagradable que habíamos asociado a los procesos de reducción de las lías y el extraño sabor a poso de aceite habían desaparecido por completo. Contentos por la buena noticia no entendíamos qué había pasado, aunque pronto descubrimos dónde estaba el fallo: una de las botellas que utilizamos para las muestras contuvo aceite en algún momento, dejando posos que resistieron enjuagues y aclarados. A partir de ahora seremos más meticulosos con estos materiales periféricos. Y cuando surjan problemas haremos nuevas comprobaciones antes de pasar una mala noche.

muestras 01

De todas formas el susto nos ha venido bien. No pensábamos analizar los vinos hasta que subiese un poco la temperatura de la bodega, que ahora ronda los 11ºC, pues parecía un momento de poca o nula actividad bacteriana. Los bichitos que se encargan de realizar la fermentación maloláctica o de subir la acidez volátil y avinagrar el vino no suelen trabajar por debajo de los 13-15ºC. Pero debemos tener en cuenta las temperaturas extremadamente suaves de este invierno y estar atentos por si esos procesos bacterianos arrancan antes de tiempo. Los almendros de Grávalos, como pudisteis ver hace unos días, están ya completamente en flor, adelantándose unas tres o cuatro semanas a sus fechas habituales.

muestras 02

Los análisis de las muestras han dado buenos resultados y nos indican que no hay ninguna desviación bacteriana. La acidez total, que aporta estabilidad al caldo, es un poco baja, lo que hace el vino más agradable en cata pero más delicado a la hora de su crianza. El ph es correcto y la acidez volátil baja, lo que significa que, por ahora, seguimos por buen camino.