A pesar de cierta acidez, en las uvas se nota ya el dulzor. La viña está cargada, la maduración será lenta y parece que los hollejos no vayan a alcanzar el color del año pasado.
En bodega, hemos realizado en los depósitos las mezclas previas al embotellado del vino del 2017. Ahora toca coger muestras y analizar el sulfuroso libre, ese que protege nuestros caldos de la acción microbiana y estabiliza su color, antes de continuar redondeando en botella la crianza.
Por otro lado, tenemos nuevas etiquetas para el vinagre. Seguimos aportando restos de trasiegos a la barrica, y esperamos que el conjunto, que alcanza ya los ciento cincuenta litros, esté lo suficientemente picado de aquí a las navidades.
La idea de este año es vendimiar para el Pilar, más o menos como hemos hecho hasta ahora, pero todavía falta mucho para saberlo con certeza.